De los viajes espaciales a la COVID-19, la higiene alimentaria perdura

    Corría el año 1969. Se estaban perfeccionando los  planes finales para viajar a la luna. En la lista de comprobación figuraba cómo  mantener la inocuidad de los alimentos de los astronautas durante un viaje  espacial. En los años 60, las enfermedades transmitidas por los alimentos  en los Estados Unidos de América y, de hecho, en todo el mundo no eran algo  excepcional.
Por lo que, en los años anteriores al lanzamiento,  la NASA trabajó con la empresa Pillsbury Company y los laboratorios del  ejército de los Estados Unidos de América para garantizar que los astronautas,  orbitando en el espacio, no enfermaran a causa de los alimentos preparados para  el viaje, una situación que podría resultar perjudicial para la misión y la  seguridad de los astronautas. El equipo aplicó a la inocuidad de los alimentos  un enfoque similar al de las comprobaciones de fiabilidad en ingeniería, es  decir, comprobando los puntos débiles del sistema.
Los alimentos pueden volverse nocivos debido a una  serie de “peligros” que pueden ser biológicos, químicos o físicos, pero que, en  última instancia, hacen que los alimentos no sean inocuos para el consumo  humano. Si se evalúan los peligros y se sabe dónde están los puntos críticos de  control, es decir, los posibles puntos débiles, se pueden prevenir los  problemas. Antes de aplicar este enfoque, únicamente se identificaban los  problemas en el producto acabado, a veces solo cuando este llegaba al  consumidor, quien a menudo sufría las consecuencias.
Este cambio de enfoque, centrado en la prevención, supuso  un cambio importante de pensamiento y en la industria, un cambio que, al igual  que los viajes espaciales, ha perdurado.
Durante este período, otro organismo se centró más  en los habitantes de la Tierra y en hacer que estas normas fueran internacionales  por el bien de todas las personas del planeta, no solo en el espacio. Reunida  en Ginebra (Suiza), la Comisión Mixta FAO/OMS del Codex Alimentarius aprobó un  “código alimentario” que constituiría la piedra angular de todas las normas  alimentarias relacionadas con la higiene durante los siguientes 50 años.
Este organismo tenía como objetivo que todos los  operadores de empresas de alimentos, ya fueran enormes instalaciones  industriales de elaboración de alimentos o un vendedor ambulante, aplicaran una  manera sistémica de evitar, controlar y eliminar la contaminación de los  alimentos para que las personas no enfermaran. La reunión dio lugar a la  creación de los Principios  Generales de Higiene de los Alimentos, un documento establecido  para lograr precisamente esto.
En su último período de sesiones, la Comisión del  Codex Alimentarius ha promovido en mayor medida el enfoque del Análisis de  peligros y de puntos críticos de control (HACCP), un proceso para evaluar  peligros y establecer sistemas de control que se centren en la prevención en  lugar de en la comprobación del producto terminado. ©FAO/Maxim Zmeyey
    
    Este código abarca la cadena alimentaria desde la  producción hasta el consumidor y establece las condiciones de higiene  necesarias para producir alimentos inocuos y aptos para el consumo. Asimismo,  recomienda aplicar el enfoque del Análisis de peligros y de puntos críticos de  control (HACCP) a la inocuidad alimentaria. Este sistema preventivo basado en  datos científicos determina y evalúa los peligros importantes para la inocuidad  de los alimentos y aplica medidas para su control. El HACCP se utiliza en todo  el mundo actualmente y este mes ha adquirido importancia y prominencia en el  código.
    Los operadores de empresas de alimentos necesitan  conocer y entender los peligros asociados a los alimentos que producen,  transportan, almacenan y comercializan de forma que puedan tomar medidas para  controlarlos y garantizar que sus productos son inocuos y adecuados para los  consumidores.
  La Comisión del Codex Alimentarius también proporciona  un gran conjunto de normas para productos básicos  (actualmente 224) sobre todo tipo de alimentos, desde los cócteles de  frutas en conserva hasta la salsa picante de mango. Cada producto cuenta con un  conjunto de normas a las que se debe atener, pero todos ellos están sujetos a  los Principios Generales de Higiene de los Alimentos en lo relativo a  garantizar su inocuidad para los consumidores.
Las buenas prácticas de higiene personal en la  fabricación de alimentos han sido la base de esta labor desde los años 60.  Si se cumplen las normas de higiene correctamente, los virus o microbios  nocivos para las personas no se deberían propagar a través de las prácticas de  procesamiento de alimentos. Por ejemplo, cuando comenzó la pandemia de la  enfermedad por coronavirus (COVID-19), los operadores de las empresas de  alimentos que seguían los Principios Generales de Higiene de los Alimentos y  aplicaban buenas prácticas de fabricación ya contaban con el tipo de cultura de  la inocuidad alimentaria necesaria para evitar la propagación de virus en sus  instalaciones o locales.
    Este mes la Comisión del Codex Alimentarius actualizó  el código alimentario con información más exhaustiva sobre contaminantes  químicos y ahora incluye una orientación más profunda sobre la gestión de  alérgenos. Puesto que las alergias son un problema que preocupa cada vez más a  nivel mundial, el Codex intensificará su labor en este ámbito y reforzará sus  requisitos de etiquetado de los alimentos conexos.
    Otra actualización importante, que incluso puede  ayudar a abordar problemas de escasez de agua, es que ahora el código  diferencia entre niveles de calidad del agua aceptables según su uso previsto.  No todo el uso de agua, como el riego de cultivos, por ejemplo, requiere agua  potable. En algunos casos, como este, emplear agua limpia es suficiente. Esta  distinción puede reducir la presión sobre el agua potable y aportar amplios  beneficios para ahorrar este recurso natural cada vez más escaso.
    Gracias al enfoque visionario del Codex en aquellos  primeros años, el conocimiento científico sobre cómo preparar y manipular de  manera inocua los alimentos se transformó en normas que las autoridades de  reglamentación y la industria alimentaria todavía utilizan en la actualidad  para seguir y mejorar continuamente la higiene de los alimentos.
    Existe un único principio básico: si no es inocuo,  no es alimento. La próxima vez que usted vaya a su cafetería o restaurante  local, o incluso compre alimentos en la tienda de su barrio, recuerde que esas  normas alimentarias se han establecido para evitar que enferme. Este es el  objetivo del Codex: garantizar alimentos inocuos para todas las personas en  todo el planeta, incluso para quienes orbitan a su alrededor.
    
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